Se trata de un programa para reducir los comportamientos problemáticos de los adolescentes y el abuso de sustancias, mejorar las habilidades parentales y reducir los conflictos familiares.

La intervención se desarrolla en tres etapas:
1) entrevista inicial, realizada por un profesional con la participación de los padres y los adolescentes, para identificar las necesidades de la familia;
2) procedimiento de evaluación, con interacción y participación de la familia en diferentes actividades evaluativas; las actividades se filman y se aplica un cuestionario;
3) retroalimentación: el profesional resume los resultados de la evaluación familiar utilizando estrategias de entrevista motivacional. El debate incluye una visión general de los comportamientos y prácticas que pueden requerir mayor atención. Si las familias deciden recibir servicios adicionales, pueden reunirse con un terapeuta y con profesionales de la escuela para recibir ayuda.