Una evaluación de impacto constató que la detención en flagrancia de los sospechosos reduce la reincidencia/revictimización en un 51% (medido a través de nuevas llamadas de emergencia por violencia doméstica en el año siguiente a la intervención). Los autores señalan que esta reducción no se debe a una disminución de las denuncias por miedo a represalias, sino a un descenso efectivo de la victimización reiterada. El estudio se basó en la respuesta policial de alrededor de 124.000 llamadas de emergencia relacionadas con la violencia doméstica a lo largo de 10 años.
En cuanto a los mecanismos, el estudio concluyó que la detención prácticamente elimina el pico de revictimización que suele producirse en las 48 horas siguientes a una llamada de emergencia. Dicho de otro modo, la detención del sospechoso proporciona un periodo de interregno durante un momento volátil y de riesgo, lo que ofrece mejores condiciones de protección a la víctima. Los autores también señalan un considerable efecto disuasorio a largo plazo, que se ve reforzado por el hecho de que la detención aumenta la probabilidad de que el delincuente sea juzgado por el delito [1].