Una evaluación de impacto descubrió que, un año después de la aplicación del programa, las mujeres del grupo de intervención declararon menos violencia física y sexual por parte de sus parejas, y mayor asistencia y acompañamiento masculino en la atención prenatal que el grupo de control [1].

Las parejas declararon menos castigos físicos hacia sus hijos/as, un mayor uso de anticonceptivos, mayores niveles de participación masculina en el cuidado de los niños/as y en las tareas domésticas, y menos dominio masculino en la toma de decisiones. Se realizó un ensayo controlado aleatorio en cuatro distritos de Ruanda con 1.200 parejas [1].