Una evaluación de impacto evidenció que la intervención no mejoró la confianza ni la cooperación de los ciudadanos con la policía, ni redujo la delincuencia en ninguno de los seis países que recibieron el tratamiento. A pesar del fuerte compromiso de los líderes en cada contexto donde se aplicó, las policías implementaron las intervenciones en forma despareja e incompleta. Además, las evidencias son limitadas en cuanto al accionar policial en respuesta a las denuncias de los ciudadanos sobre la delincuencia en la zona tratada [1].
El estudio concluyó que la policia comunitaria no conduce, por lo menos en forma inmediata y por sí misma, a una mejor relación policía-comunidad ni tampoco reduce el delito.
El estudio tenía un diseño de ensayo coordinado en Brasil, Colombia, Liberia, Pakistán, Filipinas y Uganda. Las intervenciones llegaron a unos 9 millones de personas en 516 zonas tratadas. Al final, se entrevistaron 18.382 ciudadanos y 874 policías.