Una evaluación cuasi experimental evidenció una reducción del 7,2% de los robos e indicó que las localidades atendidas por el programa fueron las que más contribuyeron a esta reducción, con un descenso de aproximadamente el 35,5%. Esto significa que puede atribuirse un descenso del 22%-23% de la tasa de robos en los territorios en los que se aplicó el PADO durante el período estudiado. En cifras absolutas, esto representa 873 robos evitados, es decir, un promedio de 97 al mes [1].
Los investigadores señalan que los resultados presentan una estimación conservadora de los efectos del PADO, ya que las zonas de tratamiento tenían una tasa de crecimiento de la delincuencia mayor que las zonas de control antes del experimento. En otras palabras, esto significa que el programa puede haber tenido un efecto aún mayor, evitando un mayor número de delitos [1].
Los resultados de un segundo estudio reforzaron la eficacia del programa para aumentar la presencia policial en estas regiones, lo que a su vez propició la reducción del índice de rapiñas. Sin embargo, tras un seguimiento del programa durante tres años, los autores descubrieron que la intervención fue perdiendo su efecto con el tiempo, especialmente en lo que respecta a la reducción de las rapiñas [2].