Un estudio cuasi experimental evidenció que el programa es ampliamente valorado por los usuarios como medida para viajar con seguridad en el transporte público, ya que ha sido una medida eficaz para reducir la incidencia de la violencia sexual contra las mujeres en el transporte público, aunque haya tenido efectos no deseados en otros indicadores, incluida la violencia física no sexual, que aumentó mientras el programa estaba en funcionamiento.
Sin embargo, con respecto a la violencia sexual en particular, este estudio muestra que al añadir variables de control, la estimación del efecto apunta a una disminución de más de 11 puntos porcentuales en la probabilidad de que una mujer sufra violencia sexual. Dada la incidencia media de la violencia sexual, esto sugiere que cuando hay separación entre vagones, la violencia sexual prácticamente desaparece.
El estudio se llevó a cabo mediante un cuasiexperimento con un diseño de investigación de discontinuidad aleatoria “fuzzy” (RDD). Se realizó una encuesta de satisfacción entre las usuarias y los usuarios del transporte público. La posibilidad de identificar un efecto causal procede de la variación en el horario de aplicación de la norma. Como los vagones exclusivos solo son válidos en horas de gran demanda de transporte público (hasta las 10 de la mañana o después de las 2 de la tarde), los autores realizan encuestas de satisfacción para recoger las respuestas de los usuarios que subieron al tren un poco antes (o un poco después) de la hora en que se suspende o se inicia el programa [1].