La selección de los tipos de soluciones y casos evaluados que se incorporan al Banco de Evidencias se basa en un criterio principal: la existencia de evaluaciones de impacto realizadas de acuerdo con estándares de rigor metodológico que permitan establecer relaciones de inferencia causal.
Las evaluaciones de impacto buscan medir si los cambios en el bienestar de los individuos (por ejemplo, la reducción de los robos) se pueden atribuir a un proyecto, un programa o una política específicos (por ejemplo, un programa de policiamiento de puntos calientes). Este enfoque en la atribución es el sello distintivo de las evaluaciones de impacto. Por lo tanto, el reto fundamental en una evaluación de esta naturaleza consiste en identificar la relación causal entre el programa o la política y los resultados de interés. Para conocer más sobre los distintos métodos de evaluación de impacto ver La Evaluación de Impacto en la Práctica.
Para sistematizar los resultados de estudios individuales relacionados a un tipo de solución específica, existen las Revisiones Sistemáticas, una forma de investigación cualitativa que busca, a partir de datos secundarios, consolidar los resultados de estudios relevantes, adoptando siempre criterios estrictos en la selección y análisis de los estudios a considerar. En algunos casos, estas revisiones se acompañan o complementan con meta-análisis, un método cuantitativo utilizado en la sistematización de la evidencia que tiene como principal objetivo producir una síntesis de una serie de estudios primarios/empíricos.
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