Una evaluación de impacto evidenció que las pacientes del grupo de tratamiento tenían un número estadísticamente significativo de derivaciones a los servicios de atención a las víctimas y una mayor probabilidad de dar su consentimiento para la recolección de evidencia, la realización de pruebas de embarazo y el tratamiento de las enfermedades de transmisión sexual en comparación con las pacientes del grupo de control, tratadas en salas de urgencias estándar [1].