Una revisión sistemática encontró cinco estudios que cumplieron con los criterios de inclusión establecidos por sus autores. Tres de estos cinco estudios registraron efectos positivos de magnitud pequeña a media, lo que significa que los infractores que pasaron por los tribunales tenían menos probabilidades de reincidir en el delito de conducción bajo los efectos del alcohol (normalmente durante un período de seguimiento de dos años), en comparación con aquellos que se incluyeron en el grupo de control. Los otros dos estudios no revelaron diferencias significativas entre los dos grupos. Sin embargo, los revisores argumentaron que la falta de resultados estadísticamente significativos en estos dos últimos estudios puede deberse a defectos de diseño, como muestras demasiado pequeñas o contaminación entre el grupo de tratamiento y el grupo de control [1].

Tres de las cuatro evaluaciones experimentales incluidas en una segunda revisión sistemática hallaron reducciones considerables de la reincidencia; sin embargo, una evaluación experimental (con un diseño metodológicamente más riguroso) encontró un efecto negativo. Así, los autores concluyen que, aunque haya indicios de la eficacia de estos tribunales, las evidencias no son concluyentes y todavía se necesitan más estudios con diseños metodológicos rigurosos [2].