Se trata de una estrategia que busca reducir la delincuencia violenta, incluidos los homicidios en zonas de alta criminalidad, modificando las características y situaciones específicas que promueven la violencia.
Se utilizan estrategias para aumentar la actividad policial en los barrios peligrosos, como los patrullajes a pie y radiopatrullajes, el control del consumo de alcohol en la calle, la comprobación de la identidad de las personas en actitudes sospechosas y el control de sectores peligrosos, como terrenos baldíos, calles mal iluminadas y las zonas con grafitis.