Un metaanálisis de ocho experimentos controlados aleatorizados que involucraron una muestra total de 749 niños/as y adolescentes documentó que las intervenciones familiares producen una reducción significativa del riesgo de participación en delitos y en las tasas de arrestos posteriores a 1-3 años (diferencia promedio estandarizada -0,56) [1].

Un segundo metaanálisis reveló una reducción estadísticamente significativa del comportamiento antisocial de los adolescentes tratados en comparación con el grupo de control (d = 0,25). En este caso, aunque los jóvenes seleccionados de manera aleatoria para recibir un tratamiento basado en la familia tienen un 60,26% de probabilidades de lograr resultados superiores en comparación con los jóvenes del grupo de control, la revisión halló algunas evidencias de que estos programas pueden no producir efectos positivos de manera consistente para los jóvenes infractores de carácter mayor riesgo ("serious juvenile offenders"), especialmente cuando se aplican en el entorno comunitario [2].